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La industria aceitera nacional visualiza otro año gris

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La Cámara Paraguaya de Procesadores de Oleaginosas y Cereales (CAPPRO) considera que, a pesar de la mejoría significativa en la cosecha de soja, la situación de la industria aceitera nacional no será muy distinta a la que se experimentó en años anteriores, cuando incluso con una producción primaria en niveles récord, la industrialización de nuestras materias primas mantuvo una marcada tendencia a la baja.

Entre el 2018 y el 2021, años relativamente buenos para el campo, la producción anual promedio de soja fue de 9,7 millones de toneladas anuales (con un pico de 10,6 millones y un piso de 8,8 millones de toneladas), mientras que en el mismo periodo el procesamiento promedio alcanzó apenas 3,2 millones de toneladas. En concreto, en los últimos 4 años, solo el 33% de la soja que se produce es industrializada en el país.

Más allá de estos valores, resulta muy impactante la tendencia tan negativa que muestra la industrialización, que en el 2022 cerró su cuarto año consecutivo con una caída interanual en la molienda y que antes de este periodo (entre el 2015 y el 2018) ya se encontraba en una meseta, bien por debajo de la capacidad real de procesamiento que supera los 4,2 millones de toneladas y todavía más rezagada con relación al potencial de producción.

En ese sentido cabe destacar que, a pesar de haber crecido con relación a la situación de inicios de la década pasada, la capacidad industrial ha disminuido en los últimos años a causa de la salida de una fábrica del mercado en 2018 debido a los constantes cambios en las reglas que afectan a la competitividad del sector.

Incluso con esta reducción y las buenas cosechas que se registraron, la ociosidad de la industria aceitera nacional superó, en promedio, el millón de toneladas por año entre el 2019 y el 2021; es decir, las agroindustrias dejaron de agregar valor a toda esta materia prima por falta de oportunidades para competir en igualdad de condiciones con fábricas de otros países que se llevan la materia prima.

Todo este contexto explica claramente por qué el 2022 fue el peor año de la historia para la industria aceitera nacional, no necesariamente por la sequía que redujo la cantidad de materia prima disponible, sino porque esta situación se da en una coyuntura que ya venía siendo claramente negativa para las agroindustrias, llevándolas al límite y forzando a parar anticipadamente las fábricas durante varios meses en el 2022 por falta de producto al que agregarle valor.

¿RECUPERACIÓN?

Asumir que simplemente porque la cantidad de soja disponible en el mercado local aumenta el procesamiento de esta oleaginosa también aumentará, es desconocer por completo la realidad de la industria aceitera nacional. Para aumentar efectivamente la industrialización es necesario que se adopten políticas públicas que brinden estabilidad y que permitan competir a las agroindustrias nacionales en igualdad de condiciones con fábricas de otros países -que sí cuentan con ciertas ventajas para adquirir materias primas y otros incentivos para industrializar dentro de sus fronteras- contrarrestando las medidas de desincentivo que se aplican en el comercio internacional a los productos industrializados.

Volver a procesar 3 millones de toneladas este 2023, existiendo una capacidad ociosa de más de 1 millón de toneladas no representará un hecho positivo para el sector, sino más bien un estancamiento en su crecimiento y el del país.

Argentina, que normalmente importa casi la tercera parte de nuestra soja para industrializarla en su país, está esperando una mala cosecha para este año. Por ello, su demanda por soja paraguaya en estado natural seguramente aumentará y pondrá todavía más presión a la industria local.

Contar con una buena producción primaria, tanto en volumen como en calidad, es importante para las agroindustrias, pero, aun teniendo años récord en producción, lastimosamente las estadísticas de procesamiento demuestran que las industrias ya operan con una subutilización de su capacidad instalada del orden del millón de toneladas. Con esto se pone en evidencia que la producción -aunque es un factor importante- es solo uno de los factores que determinan la posibilidad de industrializar más o menos en el país.

Sin una política industrial, reglas claras que den previsibilidad a las inversiones, medidas que equiparen las desigualdades con relación a las industrias de otros países -e incluso frente a las demás industrias de nuestro país que si reciben la devolución del IVA asociado a sus operaciones de exportación-, una lucha sostenida contra el contrabando y la informalidad, la navegabilidad de nuestros principales ríos asegurada durante todo el año, difícilmente se pueda lograr la consolidación y crecimiento de las agroindustrias paraguayas.  

AUMENTO LOCAL DE LA DEMANDA DE ACEITE DE SOJA

Actualmente se tiene conocimiento de la instalación de dos nuevas fábricas de biocombustibles en el país, que utilizarían como insumo principal el aceite de soja que actualmente producen las asociadas a la CAPPRO, por lo que es importante apuntalar a la industria aceitera si pretendemos que estas puedan cubrir esta nueva demanda. Se estima que una de ellas podría tener una demanda de casi 400 mil toneladas de aceite de soja al año, mientras que la otra demandaría aproximadamente 90 mil toneladas de aceite de soja por año.

Las industrias asociadas a la CAPPRO produjeron, en promedio por año entre el 2019 y el 2021, un poco menos de 650 mil toneladas de aceite de soja; con lo que se debe apuntar a mejorar las condiciones de este eslabón clave de la cadena si se pretende que el Paraguay pueda avanzar hacia otro tipo de industrias.

ADMISIÓN TEMPORARIA

Las industrias asociadas a la CAPPRO pueden procesar más de 4,2 millones de toneladas de oleaginosas por año, pero el promedio de molienda entre el 2019 y el 2021 (años de registros buenos para la producción agrícola) está por debajo de los 3,2 millones de toneladas; con lo cual, sin que se produzca un impacto en la comercialización interna, se podría implementar indefinidamente y por ley, la posibilidad de importar materias primas bajo el Régimen de Admisión Temporaria, como una medida para otorgar mayor competitividad a las industrias.

Cabe recordar que dicho régimen se había aprobado en mayo del 2022 a través del Decreto N° 7051/2022, pero solo de manera transitoria, con una vigencia hasta el 31 de diciembre del año pasado, pero lastimosamente las industrias no pudieron hacer importaciones bajo este régimen porque la reglamentación del decreto se completó meses después, cuando la cosecha de los países de la región -de dónde podíamos haber comprado- ya estaba comprometida.

Es importante mencionar que el régimen de admisión temporaria para importar materias primas la tienen otros países, porque entienden que una mayor industrialización reporta cuantiosos beneficios para sus países, como son la generación de más y mejores empleos, mayores ingresos de divisas y recaudación, con lo cual podrán hacer frente a más gastos e inversiones públicas. Paraguay no debería desaprovechar la creciente demanda de alimentos y debe apuntar a convertirse en un proveedor de estos, adoptando políticas públicas que impulsen un mayor aprovechamiento de las materias primas agrícolas. HOY

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