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Expropiación, el robo del trabajo ajeno

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El caso de la Estancia Alegría de la Agro ganadera Willersinn S.A. sometida a la expropiación de una parte de su propiedad en el Congreso es un hecho deleznable que desalienta y hace huir las inversiones para así crear empleos y mejorar las condiciones de vida de la gente, en especial de las personas más pobres y necesitadas en este país.

El intento de expropiación aprobado en primera instancia en Diputados, luego rechazado en el Senado y que ahora vuelve a la Cámara de origen crea incertidumbre y un ambiente similar al robo que realiza un delincuente debido a que se pretende arrebatar por medio de la fuerza a lo que a otro le pertenece. Esta conducta de sacar a otro lo que le pertenece es claramente anti jurídica, anti-económica e inmoral y además resulta violatoria de la Constitución Nacional. Pero no solo esto, sino también prueba que el populismo puede expandirse todavía más a lo largo y ancho del territorio nacional. Sin una respuesta firme y contundente en base a la Constitución solo cabe esperar lo peor.

La protección del derecho de propiedad es un derecho humano consustancial con la civilización y el desarrollo de las naciones, como en efecto lo demostró con sus estudios Douglas North, motivo por el cual se le otorgó el Nobel de Economía.

Y como acertadamente dice John Locke en su “Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil” la función del Estado es la defensa de las personas y de sus bienes pues donde la propiedad está garantizada también surge la prosperidad.

En Paraguay, cabe decir que son muchos los dirigentes que viven en una burbuja de privilegios, es un país pobre desde antaño que empieza apenas a gatear hacia el desarrollo, motivo por el cual es de suma importancia precautelar la seguridad tanto física como jurídica, la predecibilidad y las debidas garantías a la propiedad privada.

El populismo emergente y proveniente de un poder del Estado es todavía más dañino de lo que se cree. Si los propios legisladores creen que los bienes y servicios son cosas gratis, como si el ahorro y la inversión surgieran de los árboles o se extrajera del suelo como si fuera una fruta o una hortaliza, entonces se está ante el desconocimiento elemental acerca de los fundamentos económicos, políticos y morales del desarrollo. Desde luego que dicho desconocimiento no es gratis e incluso algunos bien “avivados” alientan el desorden jurídico económico porque saben que les permite algún ingreso “extra”. El populismo genera consecuencias dañinas y desde el vamos en el corto plazo.

En realidad las promesas populistas terminan por ser falsas y las medidas coercitivas de arrebatamiento de la propiedad terminan por ser pagadas por otros, esto es, por los más pobres y necesitados. La población mayoritaria del país, la trabajadora y honesta, clama por más inversiones, mejoras y tecnologías para prosperar su futuro y el de sus familias.

Lamentablemente sus propios representantes en el Congreso son lo que menos acompañan a la gente de bien. Las afirmaciones del diputado Pastor Vera Bejarano (PLRA), diputado de San Pedro, muestran esta terrible y peligrosa tendencia populista: “Que son mil quinientas hectáreas para un predio tan grande como el que se tiene ahí”. La expropiación alegada por los proyectistas y consentida por gran parte de sus colegas proviene, además de tratar de enriquecerse con el dinero ajeno, es tan dañina que incide negativamente sobre los factores de producción como el capital y el trabajo.

La Estancia Alegría, que siendo un predio productivo que por obra de sus propietarios llevan a cabo inversiones en capitales y tecnología y además paga sus impuestos, es igualmente un patrimonio ambiental. Esta estancia no tiene como algunos dicen falsamente 40 mil hectáreas. Posee 11.800 hectáreas, de las cuales 5.000 hectáreas son reserva natural.

La Agroganadera Willersinn a la que pertenece esta estancia da trabajo a más de 200 personas, sumado a los contratistas y proveedores. Cuenta esta firma con un plan de negocios en la planta aceitadora ubicada en la ciudad de Horqueta que pretende contratar más trabajadores y capacitarlos. Pero nada de ello se llevará a cabo si persiste el perverso intento de sacarle a otros lo que le pertenece. Las inversiones -cabe decir a los populistas expropiadores- provienen del ahorro previo, de obtener préstamos, de asumir riesgos y de apostar en este caso en una zona como la de San Pedro, que se sabe está acosada por delincuentes cuyas actividades despreciables expulsan a la gente hacia las ciudades por la desinversión e inseguridad reinantes. La propiedad no sólo es una cuestión material como los expropiadores consideran, sino que es un tema esencial en términos económicos (sin ella no hay inversión) en términos políticos (sin ella el poder político crece sin límites) y también es en términos morales porque hace al respeto y dignidad por el fruto del trabajo ajeno. El fracaso de las expropiaciones es un punto de estudio corroborado por las investigaciones de campo en los centros de estudios, dado que los hechos históricamente demuestran ser perjudiciales y por ser una medida contraria a la formación del ahorro y la conjunción armoniosa entre el capital y el trabajo.

Si en Paraguay se desea en verdad incorporar inversiones, tecnologías y mejores condiciones de vida para las familias, los Diputados deberán rectificarse de su primera aprobación y de ese modo terminar con el absurdo e inmoral intento de arrebatar a otros lo que le pertenece.

(*) Decano de Currículum UniNorte. Autor de los libros “Gobierno, justicia y libre mercado“; “Cartas sobre el liberalismo“; “La acreditación universitaria en Paraguay, sus logros y defectos” y “Ensayos sobre la Libertad y la República” de reciente publicación.

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